10. El gato

Al llegar ha pillado a un tipo desorientado frente a la puerta de la escena del crimen… Ha pensado que era un periodista… si hubiera sido así lo habría llevado directo al calabozo… alimañas execrables… carroñeros… pero era uno de los inmigrantes que ocupan el bloque… el tipo decía “turista”, como si en su situación pudieran tomarse muchas vacaciones…


Sobre el sofá sólo hay ropa… Sus compañeros debieron de transportar el cuerpo al depósito… Ahora el salón está libre de humo… La ventana sigue abierta y ahí, subido en el alféizar, está el gato…

El animal lo ve y, espantado, desaparece por el vano que da al pasillo… el suelo del corredor está lleno de polvo y enormes bolas de pelo... la estructura de todos los departamentos debe de ser la misma, piensa... el mismo decorado con diferentes protagonistas, diez plantas, por cuatro, por millares, por millones... ciudades dormitorio...


La primera puerta da a un lavabo marrón que huele a ratas, como una letrina de guerra...


La segunda, a un remolino caótico de sueños intranquilos, dormitorio muerte...


y en un rincón, acurrucado, un cajón de arena lleno de excrementos nauseabundo…


el fuerte olor a humo del salón impedía percibir la insoportable peste a mierda del resto de la casa… la última sala es blanca, limpia, se puede respirar… da la sensación de acceder a otro lugar, al cielo después del infierno... la luz entra por una claraboya que da a un patio interior luminoso… sólo hay una cama … debajo, ve la cola del animal…

Está acurrucado en una especie de maletín… el interior está recubierto con una tela estampada, parecida a una falda para hombres… con un pañuelo, atrapa una de las esquinas de la carcasa y, con cuidado de que el gato no le arañe, empieza a tirar de ella… el animal se mantiene quieto, como asustado, mirándolo fijamente…


Lo saca hacia fuera y entonces lo ve… Es un estuche de guitarra, vacío



09. El turista

La Lomógrafa, todavía enfadada porque han hecho que los guíe hasta la casa del Filólogo sin dejarla dormir, tira descuidadamente sus zapatillas en el salón y se mete en su habitación… mientras, la Traductora empieza a preparar una cena que el estómago de Dedé esperaba hacía dos horas… costumbres... Sin embargo, se disculpa y baja a por tabaco…
Es un experto en evitar los precintos policiales pero, justo cuando se decide a empujar la puerta con los nudillos, una voz le detiene… es un tipo con una barba desaliñada y una gabardina sucia… le dice algo, no comprende… por la entonación debe de ser una pregunta… seguramente le pida quién es, qué hace ahí…

“¿Periodista?” consigue descifrar de la boca del otro… el tono es de desdén… ¿Eso era “journalist”? ¿Cómo le dijo la Traductora?… Dedé niega con la cabeza y, mientras hace gestos para tranquilizar al hombre, repite “tourist, tourist”… “¿Turista?”… “Yeah, yeah. Tooreesstah” alarga con esfuerzo… El otro saca la cartera, como si enseñara una placa… La policía… El tipo parece decir su nombre, señalándose el pecho, pero no lo entiende bien… ¿“Close”, ha dicho?...

Tooreesstah, tooreestah” repite haciéndose el sueco mientras sube la escalera… El tipo lo sigue muy serio con la mirada… Una vez arriba, Dedé se relaja… ¿Qué clase de policía lleva esas pintas?...



08. El dealer

Una foto bajo el cuerpo de una habitación apestosa que lleva a una camarera en un bar apestoso en la otra punta de la ciudad que conduce a una calle apestosa en el barrio más marginado del distrito… Preguntas y preguntas en mitad de la peor de las pestes… Rascacielos de barro, bobos con ojos de vaca, basura bípeda para el quemadero…

El camello tiene su guarida ahí, pero no vive ahí… es el hijo treintañero de una familia acomodada de la zona bien… tiene un pequeño ejército de empleados temporales que necesita más dinero del que reciben en sus trabajos… entre ellos está un repartidor de propaganda, un mozo de almacén, una mujer de la limpieza, una canguro, un pizzero…

El comisario no ha podido interrogarlo… “nadie” lo ha visto ni le conoce… un tema tan peliagudo en un barrio así sólo pone en peligro la propia vida… no les importa el rango ni el cuerpo porque ellos no tienen ni rango ni cuerpo… ¿la camarera trabajará para él? ¿acaso es él el novio de la camarera? ¿necesitaría la novia de un traficante estar en un bareto de mala muerte?...

Las cosas se habrían calmado en la escena del crimen… volvería… la chica habló de un gato… él no lo vio… ¿dónde estaba?…



07. La libreta

Una de las últimas veces que estuvo en casa, el Filólogo se interesó por la historia del vecino de abajo… la Lomógrafa le preguntó si quería hacer algo sobre el tipo raro del humo y él contestó que tal vez… ahora, la Traductora hace de puente entre las dudas del periodista y las respuestas del lingüista...

—Dedé pregunta cómo conseguiste la libreta.
—He says he just paid the visit nobody cared about.

Era un tipo muy simpatico, muy abierto, aunque era un auténtico guarro… estuvieron largo rato charlando… se interesaba mucho por asuntos creativos… él mismo había intentado rodar un corto en solitario, pero sus metas eran excesivas hasta para un grupo de cinco personas… cuando supo que él escribía, le entregó la libreta…

—Dedé pregunta si no lo has vuelto a ver.
—He says he couldn’t. There was something uneasy keeping ’im out.

La Lomógrafa moquea y hace fotos con su digital… los estornudos consiguen que a veces las imágenes del cuarto salgan movidas y que no se aprecie bien que la casa está llena de notas… Los compañeros de piso ya se han quejado… el Filólogo no sabe si puede evitarlo, aunque tampoco sabe si quiere que termine…

Dedé pregunta si pueden llevarse la libreta… él dice que ya ha acabado con ella, que ya tomó los datos necesarios, que ahora sólo falta poder imaginar algo…

No está ordenada cronológicamente, escribía en la primera página que encontraba… tiene muchas faltas pero se puede entender sin dificultad…


#fragmento octavo#

En esta libreta empece a escribir cuando me enamore de ella, sacaba todo lo que llevaba dentro para no ahogarme en mi silencio.1 año, 5 meses y 8 días despues de hacer el amor la primera vez con ella me encuentro aquí otra vez escribiendo mi silencio. han pasado cosas bellisimas, preciosas, momentos que no olvidare jamas y tambien cosas tristes, pero hace unos meses vi cosas raras.



06. La chica

—¿Usted lo conocía?
—Sí, pero no lo veo hace mucho.
—¿Eran pareja?
—Lo fuimos.
—¿Y vivieron juntos en aquel piso?
—Sí.
—¿Cuánto tiempo estuvieron conviviendo juntos?
—Un año o así, pero no le he vuelto a ver. Ahora tengo que atender las mesas.
—No se la ve muy afectada después de saber que la persona a la que estuvo ligada sentimentalmente durante un año ha aparecido muerta justo en el piso que habían compartido. ¿Conserva la llave?
—No, rompí del todo. Me cambié el móvil, borré su número y me mudé de barrio.
—¿Por qué una ruptura tan brusca?
—Tuve que irme lejos de él. Yo no quería acabar así.
—¿Acabar cómo?
—Como él.
—¿Tomaba drogas? ¿Acaso la maltrataba?
—Era la persona más buena del mundo.
—¿Por qué dejarlo, entonces?
—Fue muy difícil marcharme. Sabía que estar solo no le sería bueno, pero era entonces o nunca.
—Y, pese a todo, lo hizo.
—No voy a tirar a la basura mi vida por nadie. Teníamos un gato y se lo dejé para que estuviera con alguien.
—Una mascota no es sustituto. ¿Él la quería a usted, la trataba bien?
—Sí, ya se lo he dicho.
—¿Entonces, fue cosa suya? ¿Conoció a otra persona y decidió cortar con él?
—Su forma de vivir no era buena.
—Especifique.
—Hay clientes esperando.
—¿Cuánto hace que rompieron?
—Más de nueve meses.
—¿Sale usted ya con otra persona?
—Ya he respondido bastantes preguntas.
—Y cuando conoció a su nueva pareja, rompió todo contacto con él, ¿no es cierto?
—¡Sí, pero no por eso! Tenía que irme lejos, ya se lo he dicho. Mi novio me ayudó mucho a despegarme de él y no quiero volver a tener nada más que ver.
—¿Sabe de alguien fuera a visitarlo después?
—No sé.
—Haga un esfuerzo y déjese de tantas elipsis.
—Tal vez su colega.
—¿Su “colega”?
—Su camello.
—Entonces, sí que fue por problemas de drogas.
—No. Las drogas pueden acabar volviéndose un vicio muy caro, y la falta de dinero para comprarlas, en un verdadero problema, pero él no tenía dificultades de ese tipo. Las razones por las que las cosas suelen ir mal son otras muy diferentes.
—¿Dónde puedo encontrar al traficante?



05. El análisis

#fragmento primero#

Y una vez me encontré en medio de mi camino una luz
/ brillante de pelo negro teñido
Yo la ame con locura, con todo mi corazon pero quede herido
/ por no haberle servido

a) Puntuación gramatical escasa. Puntuación ortográfica nula.

b) Métrica

27 (¿13+14rl? ¿7cf+7+14?) A
27 (¿14+13rl? ¿7+7/8+13?) A

cf= cesura francesa
rl=rima leonina

c) Prosodia

101001000001000101001010010
101001001000010001000010010

d) Conclusión



04. Las formas

Tras demostrar que es inquilina del edificio y responder a las preguntas de rigor, se ve obligada a hacer de intérprete entre el agente y el periodista quien, para regocijo de ella, no puede evitar formular preguntas, como en una novela policíaca…

La Traductora apenas reacciona cuando oye que el capnonauta ha aparecido muerto… Resultaba obvio que acabaría así, pero… Su puerta está todavía precintada cuando pasan de camino a su casa… y arriba, la llave no gira en la cerradura…

Dedé está bloqueado… de tener una pista a tener un cadáver… ¿suicidio?... emerge de sus pensamientos cuando oye a la Traductora gritar y golpear la puerta… Sus cambios de humor resultan exagerados y, cuando los tiene, farfulla en otras lenguas cosas incomprensibles…

La Lomógrafa salió anoche de fiesta y se acatarró… Otra noche en que apenas ha podido dormir, esta vez por culpa del ruido de las sirenas… el insomnio la mata… han llamado a la puerta y no ha abierto… ha leído la nota del comisario y ha decidido cerrar por dentro y no abrir más… no le gustan los polis… pero oye la voz histérica de su compañera de piso y decide abrir…

La Traductora le pregunta por qué ha tardado tanto, si acaso no sabe lo que ha sucedido bajo sus pies… la enferma, se echa sobre el sofá y se pone a revisar las fotos que hizo ayer con su cámara digital… En un intento de disimular el desplante y ser una buena anfitriona, la Traductora presenta a Dedé, pero la otra sólo se encoge de hombros… Le ofrece asiento, y está punto de servirle un té cuando le pregunta por el capnonauta…

Dedé no puede dejar de pensar… estaba tan cerca… la chica le confiesa estar sorprendida aunque, según ella, no es tan inverosímil… desde que vive en el edificio, no lo ha visto nunca salir… sabían de su existencia por el volumen al que ponía la música algunas veces… no trataba con los vecinos… únicamente le subían la compra los del supermercado o le traían una pizza por encargo, pero ellos le habían dicho que difícilmente cruzaba unas palabras o les dejaba pasar… Dedé pregunta si no recuerda a nadie que tuviera un trato más personal con él… “I’m so sorry”, responde dolida la intérprete, “I don’t know… Would you care for some tea?”…

Al rato, la insoportable artista diletante escupe un “tal vez alguien” pero Dedé, absorto en la contemplación de su delicada taza de té à la menthe, no puede entenderla…



03. La ley

Al comisario no le gustan las multitudes… odia a la gente que se mete donde no le llaman en vez de construirse una vida propia… los peores de todos son los periodistas…

Se adelantó a los demás para ser el primero en inspeccionar el cadáver… está claro que murió asfixiado, debieron de ahogarlo con el cojín marrón que había en el suelo… dado el terrible estado físico del sujeto, no pudo ofrecer mucha resistencia… el sofá donde se hallaba estaba tapado casi en su totalidad por ropa sucia, excepto el reposabrazos izquierdo, a los pies del cuerpo, que estaba descubierto, como si hubieran retirado algo, ¿pero qué?… la puerta estaba abierta y no había sido forzada… había un par de huellas de deportivas en el suelo… ¿le abrió la puerta la víctima a su verdugo o éste entró con su propia llave?... No cabe duda de que se conocían…

El edificio es el lugar adecuado para una demolición: un bloque de viviendas viejo, con problemas de aluminosis, de un gris ennegrecido por la polución, como la mayoría de barracas verticales de la maldita ciudad… todo se cae a pedazos y no ve más que tantos por cientos de más en las salas de negociaciones… los escasos vecinos, en su mayoría inmigrantes, apenas pueden responder en su idioma y menos aún mudarse… al verlo, pensaron que iban a ser deportados…

La hora de la muerte debe de estar comprendida entre las dos y las cuatro de la madrugada… todos aseguraron que dormían… en sus pies no vio ningún calzado que se ajustara a las huellas de la escena del crimen… Hubo una puerta en la que no contestaron… La alfombra de bienvenida era nueva… tal vez no estaban, eso les libraría de culpa… sin embargo, oyó ruidos dentro y pasó una nota por debajo de la puerta…

Cuando volvió, el interior seguía tan increíblemente cargado que tuvo que abrir la ventana… cuando vio el humo empezar a salir, se dio cuenta de su error… Trató de cerrarla pero las bisagras se retorcieron de tal manera que fue imposible… los fisgones empezaron a apiñarse frente a la fachada, siguiendo la humareda gris… mientras se disponía a marchar de allí, pudo reconocer bajo el cuerpo de la víctima, la esquina de la fotografía de una mujer… A lo lejos, las sirenas de los bomberos y de la policía empezaban a sonar…


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02. El humo

Nada más bajar del autobús, se fija en la multitud arremolinada en torno a la fachada de un ruinoso edificio y, sin dudarlo, se encamina hacia allí…

Desde el perímetro, mira hacia donde se dirigen todas las cabezas, murmuradoras de palabras incomprensibles para él… una delgada columna de humo cenizo y espeso asciende hacia los cielos a través de uno de esos desoladores agujeros perforados en el ladrillo…

Súbitamente, desde detrás surge una voz que grita en un lenguaje inteligible frases de impotencia y horror… Se gira y ve a una chica de cabello tan pelirrojo que parece incendiado por el sofoco… entonces, perpleja, se detiene un momento, empieza a contar las plantas del edificio y respira aliviada… no es su apartamento, sino el del “capnonauta”…

Él no da crédito cuando oye la palabra pero, inmediatamente, impelido por su instinto y su característico humor, lecho de la simpatía más amigable y el sarcasmo más atroz, reacciona emitiendo un audible “luckily it's some others' poor fuckers” que es captado al instante… La Traductora, sorprendida tanto por la brusquedad del comentario como por la lengua en que ha sido expresado, clava inconscientemente la mirada en el rostro de ese misterioso e impertinente extraño que, apenas visible tras la sinuosa y densa primera bocanada de su cigarrillo recién estrenado, ha empezado a sonreír irremediablemente…



01. El concierto

cK se despierta, en otra cama, en otra habitación… e intenta recordar…

Mucho tiempo sin tocar para nadie… en casa, ensayando… un correo electrónico… desplazamiento, alojamiento y comida… Conocer a alguien nuevo, crear un nuevo vínculo a través de la música, no cejar en el intento… Aceptó…

El lugar resultó ser un déjà vu, no supo bien por qué… en el recibidor, la sonrisa del tipo que permaneció el resto de la velada estirado en un sofá lleno de ropa sucia, en un salón con olor a tabaco y hierba, junto a una cocina atestada de platos sin fregar… Era asqueroso pero, curiosamente, el tipo era suficientemente agradable para hacer olvidar las circunstancias… de cena hubo pizza… en un rincón, había una silla reservada, pero sólo estuvieron ellos dos y un pequeño gato romano que, cuando no los miraba comer, se apoyaba en el cristal de la ventana y contemplaba petrificado las sombras de la calle…

Aquella noche la música fluyó sin obstáculos… el auditorio pareció fundirse, licuarse… Después de tanto tiempo, fue sanador volver a ofrecer un concierto… se sintió libre y a gusto consigo mismo… Gracias…

Hablaron sólo un poco, el cansancio del viaje… El tipo le indicó, un pasillo, este dormitorio… la cama, sábanas limpias y blancas, el único mueble de la habitación… recuerda que tuvo la sensación de haber entrado en otra casa, que se durmió rápidamente…

Pero también puede recordar que se ha despertado muchas otras veces en este cuarto… hubo un segundo y un tercer concierto geniales esperando al oyente de la silla vacía… pasaron los días, hablaban, bebían, fumaban… el hombre muchas veces decía cosas inconexas, otras, impulsado por una especie de embate de adrenalina, imprecaba iradamente contra todo y, en parte, no le faltaba razón…

¿Cuánto tiempo ha pasado?...

Al salir lo ve todavía echado en el sofá, inmóvil… se acerca

y no respira...