Al llegar ha pillado a un tipo desorientado frente a la puerta de la escena del crimen… Ha pensado que era un periodista… si hubiera sido así lo habría llevado directo al calabozo… alimañas execrables… carroñeros… pero era uno de los inmigrantes que ocupan el bloque… el tipo decía “turista”, como si en su situación pudieran tomarse muchas vacaciones…
Sobre el sofá sólo hay ropa… Sus compañeros debieron de transportar el cuerpo al depósito… Ahora el salón está libre de humo… La ventana sigue abierta y ahí, subido en el alféizar, está el gato…
El animal lo ve y, espantado, desaparece por el vano que da al pasillo… el suelo del corredor está lleno de polvo y enormes bolas de pelo... la estructura de todos los departamentos debe de ser la misma, piensa... el mismo decorado con diferentes protagonistas, diez plantas, por cuatro, por millares, por millones... ciudades dormitorio...
La primera puerta da a un lavabo marrón que huele a ratas, como una letrina de guerra...
La segunda, a un remolino caótico de sueños intranquilos, dormitorio muerte...
y en un rincón, acurrucado, un cajón de arena lleno de excrementos nauseabundo…
el fuerte olor a humo del salón impedía percibir la insoportable peste a mierda del resto de la casa… la última sala es blanca, limpia, se puede respirar… da la sensación de acceder a otro lugar, al cielo después del infierno... la luz entra por una claraboya que da a un patio interior luminoso… sólo hay una cama … debajo, ve la cola del animal…
Está acurrucado en una especie de maletín… el interior está recubierto con una tela estampada, parecida a una falda para hombres… con un pañuelo, atrapa una de las esquinas de la carcasa y, con cuidado de que el gato no le arañe, empieza a tirar de ella… el animal se mantiene quieto, como asustado, mirándolo fijamente…
Lo saca hacia fuera y entonces lo ve… Es un estuche de guitarra, vacío…
Sobre el sofá sólo hay ropa… Sus compañeros debieron de transportar el cuerpo al depósito… Ahora el salón está libre de humo… La ventana sigue abierta y ahí, subido en el alféizar, está el gato…
El animal lo ve y, espantado, desaparece por el vano que da al pasillo… el suelo del corredor está lleno de polvo y enormes bolas de pelo... la estructura de todos los departamentos debe de ser la misma, piensa... el mismo decorado con diferentes protagonistas, diez plantas, por cuatro, por millares, por millones... ciudades dormitorio...
La primera puerta da a un lavabo marrón que huele a ratas, como una letrina de guerra...
La segunda, a un remolino caótico de sueños intranquilos, dormitorio muerte...
y en un rincón, acurrucado, un cajón de arena lleno de excrementos nauseabundo…
el fuerte olor a humo del salón impedía percibir la insoportable peste a mierda del resto de la casa… la última sala es blanca, limpia, se puede respirar… da la sensación de acceder a otro lugar, al cielo después del infierno... la luz entra por una claraboya que da a un patio interior luminoso… sólo hay una cama … debajo, ve la cola del animal…
Está acurrucado en una especie de maletín… el interior está recubierto con una tela estampada, parecida a una falda para hombres… con un pañuelo, atrapa una de las esquinas de la carcasa y, con cuidado de que el gato no le arañe, empieza a tirar de ella… el animal se mantiene quieto, como asustado, mirándolo fijamente…
Lo saca hacia fuera y entonces lo ve… Es un estuche de guitarra, vacío…