Tras demostrar que es inquilina del edificio y responder a las preguntas de rigor, se ve obligada a hacer de intérprete entre el agente y el periodista quien, para regocijo de ella, no puede evitar formular preguntas, como en una novela policíaca…
La Traductora apenas reacciona cuando oye que el capnonauta ha aparecido muerto… Resultaba obvio que acabaría así, pero… Su puerta está todavía precintada cuando pasan de camino a su casa… y arriba, la llave no gira en la cerradura…
Dedé está bloqueado… de tener una pista a tener un cadáver… ¿suicidio?... emerge de sus pensamientos cuando oye a la Traductora gritar y golpear la puerta… Sus cambios de humor resultan exagerados y, cuando los tiene, farfulla en otras lenguas cosas incomprensibles…
La Lomógrafa salió anoche de fiesta y se acatarró… Otra noche en que apenas ha podido dormir, esta vez por culpa del ruido de las sirenas… el insomnio la mata… han llamado a la puerta y no ha abierto… ha leído la nota del comisario y ha decidido cerrar por dentro y no abrir más… no le gustan los polis… pero oye la voz histérica de su compañera de piso y decide abrir…
La Traductora le pregunta por qué ha tardado tanto, si acaso no sabe lo que ha sucedido bajo sus pies… la enferma, se echa sobre el sofá y se pone a revisar las fotos que hizo ayer con su cámara digital… En un intento de disimular el desplante y ser una buena anfitriona, la Traductora presenta a Dedé, pero la otra sólo se encoge de hombros… Le ofrece asiento, y está punto de servirle un té cuando le pregunta por el capnonauta…
Dedé no puede dejar de pensar… estaba tan cerca… la chica le confiesa estar sorprendida aunque, según ella, no es tan inverosímil… desde que vive en el edificio, no lo ha visto nunca salir… sabían de su existencia por el volumen al que ponía la música algunas veces… no trataba con los vecinos… únicamente le subían la compra los del supermercado o le traían una pizza por encargo, pero ellos le habían dicho que difícilmente cruzaba unas palabras o les dejaba pasar… Dedé pregunta si no recuerda a nadie que tuviera un trato más personal con él… “I’m so sorry”, responde dolida la intérprete, “I don’t know… Would you care for some tea?”…
Al rato, la insoportable artista diletante escupe un “tal vez alguien” pero Dedé, absorto en la contemplación de su delicada taza de té à la menthe, no puede entenderla…
La Traductora apenas reacciona cuando oye que el capnonauta ha aparecido muerto… Resultaba obvio que acabaría así, pero… Su puerta está todavía precintada cuando pasan de camino a su casa… y arriba, la llave no gira en la cerradura…
Dedé está bloqueado… de tener una pista a tener un cadáver… ¿suicidio?... emerge de sus pensamientos cuando oye a la Traductora gritar y golpear la puerta… Sus cambios de humor resultan exagerados y, cuando los tiene, farfulla en otras lenguas cosas incomprensibles…
La Lomógrafa salió anoche de fiesta y se acatarró… Otra noche en que apenas ha podido dormir, esta vez por culpa del ruido de las sirenas… el insomnio la mata… han llamado a la puerta y no ha abierto… ha leído la nota del comisario y ha decidido cerrar por dentro y no abrir más… no le gustan los polis… pero oye la voz histérica de su compañera de piso y decide abrir…
La Traductora le pregunta por qué ha tardado tanto, si acaso no sabe lo que ha sucedido bajo sus pies… la enferma, se echa sobre el sofá y se pone a revisar las fotos que hizo ayer con su cámara digital… En un intento de disimular el desplante y ser una buena anfitriona, la Traductora presenta a Dedé, pero la otra sólo se encoge de hombros… Le ofrece asiento, y está punto de servirle un té cuando le pregunta por el capnonauta…
Dedé no puede dejar de pensar… estaba tan cerca… la chica le confiesa estar sorprendida aunque, según ella, no es tan inverosímil… desde que vive en el edificio, no lo ha visto nunca salir… sabían de su existencia por el volumen al que ponía la música algunas veces… no trataba con los vecinos… únicamente le subían la compra los del supermercado o le traían una pizza por encargo, pero ellos le habían dicho que difícilmente cruzaba unas palabras o les dejaba pasar… Dedé pregunta si no recuerda a nadie que tuviera un trato más personal con él… “I’m so sorry”, responde dolida la intérprete, “I don’t know… Would you care for some tea?”…
Al rato, la insoportable artista diletante escupe un “tal vez alguien” pero Dedé, absorto en la contemplación de su delicada taza de té à la menthe, no puede entenderla…
4 comentarios
Guau, chapeau.
Esto cada vez tiene más el aspecto de una novela negra de los años 30. ¿La historia es en blanco y negro? Jejejej.
Si no fuera por lo de compañera de piso, que es un concepto basnate actual, la historia es de ambiente de cómic antiguo, lo has pensado?
Dedé es un Dick Tracy perfecto y la Traductora.. guau, qué saber estar que tiene... La Lómógrafa es sencillamente genuina, es tan... ella.
Tenemos un misterio por resolver.. pero, ¿por qué ha aparecido el periodista en escena, avisado por qué o quién? No m'en sé avenir.
Me estoy mordiendo las uñas.
¿Qué cómo es que ha aparecido en escena? Pon "Dedé David" en el buscador de la esquina superior y los dos textos anteriores creo que son bastante explicativos. Ambos se relacionan con la casualidad, que el periodista tiene mucha suerte... pues eso, azarosa o providencial la vida es.
Bueno ya... ya sé que es un poco casualidad, pero pensaba que también sería un poco por algo... si busca una pista, no sé, no es por algo? Lo que llamamos casual no es un poco una conjunción de cosas que en realidad tienen que pasar porque hay conexiones ocultas, por otra parte muy dentro de lo normal? Creo que de esto habíamos hanlado un poco...
Yo ese "tiene que pasar" lo racionalizo así:
Si yo va por la calle A y tú por la calle B, y yo giro por la calle C y tú por la D, y las calles C y D se cruzan, lo más lógico es que acabemos encontrándonos por casualidad. Así, la casualidad es por acumulación, pero no es espontánea. Digamos, se unen causalidad y casualidad.
Aclaro porque "conjunción de cosas" me sonaba a "conjunción astral"... XDDDD
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