Velo de alquitrán en la justicia

Mahsa Amini, de 22 años, fue arrestada por la llamada "policía de la moral" en Teherán... aunque era de Saqqez, ciudad de la provincia iraní de Kurdistán, había venido a la capital para visitar a su hermano, quien fue testigo de la detención... se le acusaba de no llevar correctamente el hiyab y vestir pantalones ajustados...

Aunque sus familiares y amigos la llamaban Jina, nunca pudo usar oficialmente su nombre kurdo por no estar incluido en la lista de nombres permitidos por el gobierno... tras la revolución de 1979, el nuevo régimen teocrático prohibió todo nombre que fuera extranjero, que ensalzase el nacionalismo o que resultase ofensivo contra el Islam... Jina significa "vida" en lengua kurda...

Testigos presenciales confirmaron que, ante las quejas de la joven, los agentes la golpearon varias veces en la cabeza dentro del furgón policial... otras mujeres que también fueron metidas en el vehículo para ser llevadas a "clase de reeducación" confirmaron que los insultos y el maltrato físico continuaron durante el trayecto y en comisaría...

Esta versión fue negada por la policía, que aseguró que el fallo cardíaco que sufrió en sus dependencias fue causado por problemas de salud crónicos... Su padre ha desmentido que tuviera diagnosticada ninguna enfermedad, mientras que su hermano aseguró haber recibido una paliza cuando suplicó que no se la llevaran... Después de esto, Amini terminó en el hospital de Kasra en estado de coma...

No hace mucho, durante el verano, el gobierno iraní decidió endurecer aún más las leyes que obligan a las mujeres a llevar hiyab, un código vigente desde 1979... sobre la mesa estaba la inclusión de tecnología de reconocimiento facial en el transporte público para detectar a las infractoras... cuando se trata de opresión, el tradicionalismo más irascible no duda en abrazar la más rabiosa innovación...

Es más, la Justicia no vio problema en agosto de 2021 para que el ultraconservador Ebrahim Raisi ascendiera al poder del país, pese a las acusaciones de crímenes de lesa humanidad que pesaban sobre él... desde que ocupara el cargo, no sólo ha endurecido el uso del velo, sino que ha prohibido a las mujeres asistir a partidos de fútbol, ha promovido los casamientos con niñas y ha retirado las ayudas económicas a las víctimas de violación y violencia doméstica...

La muerte de Amini dos días después de ingresar en el hospital ha hecho saltar a un país que ya estaba en pie... las protestas no han cesado... las mujeres han salido a la calle sin pañuelo, los han quemado y se han cortado el cabello como reivindicación... han capitaneado un grito de denuncia y rechazo que no es nuevo, pero que parece haber traspasado las fronteras... esta vez parece que hay compañía...

En la soledad que es el camino para tantas mujeres en el mundo, el grupo es ahora marabunta... los dedos se cierran en un sólido puño del que ondean mechones de pecado y jirones de represión... el asesinato de Jina Amini se suma al de tantas otras víctimas del pasado y del presente, pero puede convertirse en el fin del miedo en el futuro de tantísimas otras... ojalá...


Imperio de Oriente, imperio de Occidente

Dos años después, sobrevolamos la cordillera que nos separa del resto del continente... del impresionante páramo natural del planeta rojo nueve meses atrás, viajamos a la majestuosa ruina monumental de la Tierra... veremos Roma, Éfeso, Pérgamo, Troya... tantas ciudades leídas en libros clásicos, en textos filosóficos, en documentos históricos...

Palabras de hace más de mil quinientos años se erigen colosales ante nuestros ojos...

marzo, la ansiedad, las lágrimas, la comisaría del aeropuerto, el pasaporte olvidado, las mascarillas, el vuelo, el control de seguridad, el certificado de vacunación, el tren, la fea estación de Termini, el cielo gris, el cansancio, la discusión, el taxi, el hotel barato sin personal en el barrio de Trastevere, el ascensor claustrofóbico, el código de seguridad que no abre, el contacto que no contesta...

el eufónico clic de la puerta, la habitación surtida de amenities, las sábanas blancas, la cuadrícula de pizza siciliana, el puente Garibaldi, la isla Tiberina, el paseo por la orilla del río, los elegantes pinos, la pareja de patos, los actores y cámaras rodando una película, los puentes de Cestio y Fabricio construidos en el 62 a.C., el gueto judío, el Pórtico de Octavia, las callejuelas...

el Panteón... suspendo mi mirada igual que el examen de Historia del Arte de selectividad hace veinte años... una mala broma, un cliché bruto: confundirlo con el Partenón... Quitarse el sombrero al entrar, literal y figuradamente... la inefable sensación de enormidad, la línea ascendente desde mis ojos hasta la cúspide de la cúpula con cinco filas de veintiocho casetones decrecientes e imperfectos que marea...

me siento aturdido... ¿qué estoy viendo?...

septiembre, un sol de justicia, mis pupilas descienden por las gradas del teatro clásico más inclinado del mundo, a escasos metros de la segunda mayor biblioteca del mundo antiguo, cuna del pergamino... una capacidad de diez mil espectadores, 78 filas de asientos, una acústica perfecta... un paisaje mediterráneo tan árido como luminoso se extiende a nuestros pies...

han pasado ocho días desde que aterrizamos en Turquía tras un viaje más agotador de lo previsto... la larga espera por el taxi, la llegada nocturna al hotel de la capital, el suntuoso diván de la habitación, el sencillo pero exquisito restaurante de la esquina, el relajante paseo por una plaza de Sultanahmet vacía, los puestos de mazorcas, las enormes mezquitas iluminadas...

sacamos las primeras fotos junto a los obeliscos de Tutmosis III y Constantino VII, junto a la columna de la Serpiente, restos del desaparecido hipódromo de la magna urbe, espejo en la memoria de la explanada del Circo Máximo, del que tampoco queda nada más que su huella, un apacible valle de 600 metros de longitud por 120 de anchura en el que los actuales romanos pasean a sus mascotas...

Estambul, Bizancio, Constantinopla, la nueva Roma...

el desayuno en la terraza del hotel rodeados de minaretes, unas gotas, dos paraguas transparentes, la dispersión inmediata de las nubes, hileras de hormigas bajo el sol de un postergado verano para ver el sagrado cielo de Santa Sofía (basílica cristiana, iglesia ortodoxa, mezquita, museo), para bajar a las luciferinas tripas de la Cisterna Basílica, pasado presente desde el 532 después de Cristo...

en el discreto museo de los mosaicos, la llave maestra: el Museum Pass que da acceso durante quince días a todas las maravillas de Turquía... visitamos el concurrido legado del Imperio otomano: los mausoleos, la mezquita Azul, la de Solimán, el Gran Bazar... azulejos, atauriques, tugras, versos del Corán... en el recinto del palacio Topkapi, invadido de turistas como nosotros, encontramos refugio...

La plácida carcasa de la iglesia de Santa Irene, la primera zona de culto de Constantinopla, nos recibe... sus muros, ahora desnudos después de quince siglos, desprovistos de cualquier maquillaje y liturgia, se elevan tan imponentes como reservados... el tiempo suspendido en cada piedra y el aleteo calmado de las palomas resonando en cada pared...

bajar la vista, viajar en el tiempo...

salgo del Panteón sobrepasado para encontrarme con el trampantojo de la bóveda de la iglesia de San Ignacio... un beso en la Fontana di Trevi, una discusión ante el Altar de la Patria, una deliciosa pizza napolitana junto al hotel: 4 spicchi di Margherita con pomodoro San Marzano DOP, Crovarese, Lucariello e pomodoro Pachino, olio evo... un cremoso helado en Fonte della Salute...

Al día siguiente, un rodeo nos lleva por la vía dei Genovesi y el puente Palatino hasta el discreto templo de Hércules Víctor, con más de 2000 años de antigüedad... juntamos las manos en la Bocca della Verità, cruzamos el Circo Máximo por primera vez y recorremos las ciclópeas termas de Caracalla, hogar de un pasado mitológico plagado de gigantes monstruosos...

Corremos para coger el autobús, que acelera aún más para atravesar la angosta vía Appia, cuyas primeras piedras datan del 324 a.C. durante las guerras samnitas... almorzamos en el elegante restaurante L'Archeologia antes de volver a descender dieciocho siglos en las laberínticas catacumbas de San Calixto... hundirse en la Historia hasta la literalidad...

el autocar de vuelta nos transporta 1600 kilómetros hasta Çanakkale...

En el regazo de unos asientos amplios y cómodos las tres horas de carretera desde Estambul se han hecho breves... nos alojamos en el histórico Hotel Des Etrangers, construcción del siglo XIV que fue el aposento de Schliemann en 1868... doce años atrás, al otro lado del Egeo, dormimos en la misma habitación que lo acogió durante su excavación en Micenas... La Belle Hélène de Ménélas...

compramos helados, paseamos por el puerto, cenamos mirando el mar... nos acostamos con el martilleo atronador de los pubs circundantes y nos desvelamos con el ensordecedor lamento de la oración del fajr... un taxi sin cinturones ni frenos vuela hasta Troya, y bajo un sol incendiario recorremos la ciudad que todos creían una leyenda, escrita por un aedo ciego que pudo no haber existido nunca...

mi móvil cae en el suelo y la cámara se convierte en Homero... compro dos caballos en miniatura en el distópico edificio del museo arqueológico, preparado para un apocalipsis nuclear... un dolmus nos devuelve a Çanakkale, en un viaje tan bucólico como agradable... flotamos en la calma de una profunda felicidad... al día siguiente, subimos de nuevo a un autocar con destino a Izmir...

el trayecto termina seis meses en el pasado frente a la Torre della Molleta...

Desde la parada caminamos hasta que el símbolo de Roma hace acto de presencia como una estasis de tiempo en una hemorragia de cuerpos... el apabullante bullicio de la plaza del Coliseo nos desvía por calles aledañas desiertas hacia el monte Palatino, donde el torrente de rostros nos vuelve a engullir ante el corazón de la ciudad eterna... veintiocho siglos de Historia petrificados en el Foro Romano...

De noche, la aglomeración de locales y visitantes colapsa las calles del barrio de Trastevere... una pizza fría en una panadería y un sabroso tiramisú despiden el sábado... la mañana del domingo, T. madruga para curiosear el mercadillo de Porta Portese, abierto desde el final de la Segunda Guerra Mundial, donde se enamora de un álbum de postales en blanco y negro... yo, mientras, remoloneo entre las śabanas...

nos cuesta, pero encontramos un bar con bocadillos sin clientela junto a la discreta y plácida iglesia de Santa Maria della Consolazione... subimos por la vía Monte Tarpeo hasta un mirador desde donde disfrutamos, ahora sí, sin gente, de la vista del Foro Romano... nos besamos frente al templo de Saturno, del 498 a.C., y seguimos hasta la plaza del Campidoglio, obra del genio de Miguel Ángel...

desde la cima del monte Capitolino regresamos a la Acrópolis de Pérgamo...

avanzamos y retrocedemos... nueve años atrás, sentados en las escalinata del altar de Zeus en el Pergamonmuseum de Berlín, no pensábamos en levantarnos entre las ruinas del expolio... le hemos dicho al simpático taxista, que nos ha llevado a un delicioso local de kebabs, que no nos espere... hay demasiado que ver, y no queremos que la prisa nos acucie...

la pareja de una influencer agota la memoria de su móvil haciéndole fotos en cada piedra, en cada muro... sin ningún cuidado, se suben y pisan los vestigios de la cuna de la civilización occidental... a las dos horas, sofocados por el calor, pagamos y bajamos con el teleférico... en el descenso sólo vemos matojos y hierbas a través de unas lunas rayadas y sucias...

al borde de la insolación tras media hora más de camino, llegamos a la entrada del Asclepeion, uno de los santuarios curativos más famosos de su época, donde inició sus estudios de medicina el mismísimo Galeno... fue fundado en el siglo IV a.C. a imagen del de Epidauro, en el Peloponeso... una ligera brisa enfría el sudor en nuestra ropa, nos encontramos en paz... 

es difícil que podamos olvidar este viaje...

En Éfeso la tranquilidad termina... desde la entrada del Odeón y, hasta donde alcanza la vista, sólo hay columnas, turistas y sol... peregrinamos un siglo entero, desde el monumento a Memio y la plaza de Domiciano (s.I) hasta hasta la fuente de Trajano y el templo de Adriano (s.II), atravesando la puerta de Hércules... al final nos espera la magnífica fachada de la biblioteca de Celso...

bajo la sombra de los inmensos pinos del ágora, el viento vuelve a refrescar nuestro cansancio, a traernos la apreciada calma... ¿cuánto no hemos visto ya?... hemos accedido al recinto de las casas de la colina, donde los estudiantes de arqueología reconstruían los mosaicos... una estatua de la diosa es testimonio del desaparecido templo de Artemisa, una de las siete maravillas de la Antigüedad...

en el teatro, el más grande de la era clásica con un aforo para 24000 personas, un avión sobrevuela nuestras a cabezas... volvemos con un dolmus a Selçuk, donde comemos lahmacun, buscamos la basílica de San Juan y nos quedamos a las puertas de la fortaleza de Ayasuluk... en el pequeño museo de la ciudad, las estatuas de la diosa de la caza y la fertilidad se multiplican como sus pechos...

el móvil enfoca y desenfoca la imagen hasta que se oye el disparador...

la Artemisa efesina de la sala de las Águilas queda grabada en la tarjeta interna del teléfono... la colección de los Museos Capitolinos enmudece a cualquiera: el Coloso desmembrado de Constantino, la penetrante mirada de Junio Bruto, la angustia en el rostro de la medusa de Bernini, un grotesca máscara de teatro, la grácil pose de la Venus Esquilina, un ganso...

el caballo y el toro de bronce desenterrados en Vicolo delle Palme son la antesala de la luminosa exedra de Marco Aurelio, donde la celebérrima loba amamanta a Rómulo y Remo mientras el Espinario revisa su planta del pie... en otra estancia, Marsias sigue atado a un árbol tras desafiar a Apolo y Hércules combate desnudo y sin brazos... un perro verde sin orejas los contempla...

después de la pinacoteca, subimos a la terraza de la cafetería, donde la luminosa panorámica de las cúpulas de Roma nos cautiva sin resistirnos... en el patio del Palazzo Nuovo, las enormes manos de El Marforio confirman que estamos dentro de La grande bellezza... las cabezas cortadas de la sala de los filósofos, el guerrero caído, el beso de Cupido y Psique...

Todo lo que habíamos leído se ha materializado, por fin, ante nuestros ojos...

en dirección a Termini, en la vía Magnanapoli, un joven africano me tima igual que seis meses después, en el puente de Gálata sobre el estuario del Cuerno de Oro, un limpiabotas turco me engañará dejando caer un cepillo... el paraíso en la Tierra, la felicidad del engaño... con la ilusión de continuidad, fascinados por esta lectura que no cesa, volvemos a casa... otra página escrita...

Culebras entre olas de fuego

El mar se convirtió en fuego, que prendió el aire, que prendió los bosques... España ardió, con 42 días en ola de calor, triplicando la media del mismo periodo entre 2011 y 2020, y septuplicando la media de 1981 a 2010... El presidente de Castilla y León, sin embargo, sigue negando las evidencias científicas acerca del cambio climático y se refiere a la situación actual como "anomalía climática"...

Alfonso Fernández Mañueco, epicentro de la calumnia contra el ministro de consumo Alberto Garzón por su crítica hacia las macrogranjas, es la cabeza de la nefasta gestión forestal de la comunidad autónoma... su Consejero de Medio Ambiente ha llegado a achacar parte de la culpa al "ecologismo extremo", que "dificulta la actuación en el monte y su limpieza"...

La Junta de Castilla y León, que ostenta las competencias de la gestión de incendios, lleva 35 años gobernada por su partido, el PP... desde 2019 está bajo su mandato... El pasado 21 de junio Mañueco aseguraba ante la prensa que "ha habido medios suficientes", pese a que las temperaturas llegaban a los 40 grados y los puestos no estaban activos en su totalidad...

Sólo se activaron a "cuatro de las 15 cuadrillas que tiene la provincia de Zamora", compuestas cada una por cinco personas (y no siete) por encontrarse en "riesgo medio"... hay que sumar "un técnico de guardia, un conductor de guardia provincia y seis agentes medioambientales"... veintiocho personas para los 10 561 kilómetros cuadrados que tiene la región...

Para mayor precariedad, cuando comenzó el incendio de la Sierra de la Culebra, una de las cuadrillas no trabajaba por descanso... En un escrito presentado ante la Fiscalía, CCOO señaló la "ausencia de medidas de activación del Operativo de extinción de incendios forestales" para ese día, pese a saberse "desde la semana anterior" que habría máximas de hasta doce grados por encima de la media del mes...

Cuando ese 15 de junio se declararon varios focos en la provincia, fue inviable apagarlos todos debido a la falta de efectivos, provocando el consecuente incendio... el 22 de julio el nivel de destrucción era "29 veces" mayor que el del volcán de La Palma... el 3 de agosto se contabilizaban "casi 83.000 [hectáreas], la mayor extensión quemada en incendios forestales desde hace 37 años en Castilla y León"...

El incendio de Ferreras y Sarracín duró del 15 al 24 de junio, afectando 29 670 hectáreas, mientras que el de Losacio se extendió durante cuarenta y cinco días, desde el 17 de julio hasta el 31 de agosto, destruyendo 31 500 hectáreas... Da miedo pensar que justo hace un año el gran incendio en Ávila era "el peor incendio de la historia en Castilla y León" por culpa del "abandono y la falta de medios"...

Todo es circunstancial para la Junta: los tres fallecidos, los once heridos, la treintena de localidades evacuadas, los miles de afectados... 600 millones de "anomalías" dejan un paisaje desolador que se extiende desde el presente hacia el futuro... La vida se extingue más rápido que el fuego, mientras ellos serpentean entre las llamas, ignífugos al remordimiento y la razón...

Como si ellos no estuvieran en la misma barca que arde...

Como si fueran ajenos al propio mal que están causando...