El corazón de las tinieblas. Alianza Editorial, traducción Araceli García Ríos e Isabel Sánchez Araujo
La desembocadura del Támesis se extendía ante nosotros como el principio de un interminable canal. En la lejanía, el mar y el cielo se soldaban sin juntura, y en el espacio luminoso las curtidas velas de las gabarras empujadas por la corriente parecían inmóviles racimos rojos de lona, de afilada punta, con reflejos de barniz. Una neblina descansaba sobre las tierras bajas que se adelantaban en el mar hasta desaparecer. El aire sobre Gravesend era oscuro, y un poco más allá parecía condensarse en una lúgubre penumbra que se cernía inmóvil sobre la ciudad mayor y más grande de la tierra.
El corazón de las tinieblas. Editorial PuntoDeLectura, traducción Amado Diéguez Rodríguez [los asteriscos son notas a pie de la edición]
El estuario del Támesis se extendía ante nosotros, inicio de una vía fluvial que no parecía tener fin. En la distancia, el mar y el cielo parecían soldados y sin fisuras, y en el espacio luminoso, las velas curtidas de las gabarras*** que, con la subida de la marea, se dirigían río arriba semejaban inmóviles racimos de lonas rojizas y puntiagudas, entre los que brillaba el barniz de las botavaras****. La bruma descansaba sobre las tierras bajas y completamente llanas que descendían, disipándose, hacia la mar. Sobre Gravesend*****, el aire era ya oscuro y algo más allá parecía condensarse en la lúgubre oscuridad que cubría, inquietante e inmóvil, la mayor y más importante ciudad de la tierra.
Alma Negra. Ediciones Espuela de Plata, traducción de Juan Luis Romero Peche
El Támesis se extendía ante nosotros como un camino sin fin. El cielo y el mar se soldaban sin diferencia en el horizonte, y el espacio pulido estaba lleno de curtidas velas de gabarras llevadas por la corriente que se agrupaban en masa picudas salpicadas por el barniz brillante de alguna botavara.
Las orillas supuraban una flama que se deshacía al llegar al mar. El aire se oscurecía sobre Gravesend y, algo más lejos, parecía condesarse en un ceño enlutado que amenazara inmóvil a la ciudad más grande y más grandiosa de la tierra.
Heart of darkness. Penguin Books, traducción de Joseph Conrad.
The sea-reach of the Thames stretched before us like the beginning of an interminable waterway. In the offing the sea and the sky were welded together without a joint, and in the luminous space the tanned sails of barges drifting up with the tide seemed to stand still in red clusters of canvas sharply peaked, with gleams of varnished spirit. A haze rested on the low shores that run out to sea in vanishing flatness. The air was dark above Gravesend, and farther back still seemed condensed into a mournful gloom, brooding motionless over the biggest, and the greatest, town on earth.
La desembocadura del Támesis se extendía ante nosotros como el principio de un interminable canal. En la lejanía, el mar y el cielo se soldaban sin juntura, y en el espacio luminoso las curtidas velas de las gabarras empujadas por la corriente parecían inmóviles racimos rojos de lona, de afilada punta, con reflejos de barniz. Una neblina descansaba sobre las tierras bajas que se adelantaban en el mar hasta desaparecer. El aire sobre Gravesend era oscuro, y un poco más allá parecía condensarse en una lúgubre penumbra que se cernía inmóvil sobre la ciudad mayor y más grande de la tierra.
El corazón de las tinieblas. Editorial PuntoDeLectura, traducción Amado Diéguez Rodríguez [los asteriscos son notas a pie de la edición]
El estuario del Támesis se extendía ante nosotros, inicio de una vía fluvial que no parecía tener fin. En la distancia, el mar y el cielo parecían soldados y sin fisuras, y en el espacio luminoso, las velas curtidas de las gabarras*** que, con la subida de la marea, se dirigían río arriba semejaban inmóviles racimos de lonas rojizas y puntiagudas, entre los que brillaba el barniz de las botavaras****. La bruma descansaba sobre las tierras bajas y completamente llanas que descendían, disipándose, hacia la mar. Sobre Gravesend*****, el aire era ya oscuro y algo más allá parecía condensarse en la lúgubre oscuridad que cubría, inquietante e inmóvil, la mayor y más importante ciudad de la tierra.
Alma Negra. Ediciones Espuela de Plata, traducción de Juan Luis Romero Peche
El Támesis se extendía ante nosotros como un camino sin fin. El cielo y el mar se soldaban sin diferencia en el horizonte, y el espacio pulido estaba lleno de curtidas velas de gabarras llevadas por la corriente que se agrupaban en masa picudas salpicadas por el barniz brillante de alguna botavara.
Las orillas supuraban una flama que se deshacía al llegar al mar. El aire se oscurecía sobre Gravesend y, algo más lejos, parecía condesarse en un ceño enlutado que amenazara inmóvil a la ciudad más grande y más grandiosa de la tierra.
Heart of darkness. Penguin Books, traducción de Joseph Conrad.
The sea-reach of the Thames stretched before us like the beginning of an interminable waterway. In the offing the sea and the sky were welded together without a joint, and in the luminous space the tanned sails of barges drifting up with the tide seemed to stand still in red clusters of canvas sharply peaked, with gleams of varnished spirit. A haze rested on the low shores that run out to sea in vanishing flatness. The air was dark above Gravesend, and farther back still seemed condensed into a mournful gloom, brooding motionless over the biggest, and the greatest, town on earth.