Cara al sol

En diciembre, en navidad, en el jardín de mis tíos, junto a la piscina de superficie oleosa donde se refleja la luz del invierno, bajo los rayos cálidos del sol, me siento en una silla oxidada y me quedo quieto…

(no queman, no secan… calientan, reconfortan…)

He vuelto a ver las manos deformadas de mi abuelo, le he oído hablar de olivos, de vinos…

Una vez (UNA VEZ) me habló de la guerra, del reclutamiento obligado por la patria, de las balas y el ruido de las balas, de la suerte que tuvo por saber leer y escribir, de las caminatas feroces en mitad de la nada, de las ruinas y la miseria y la gente desgarrada, del manicomio convertido en campo de concentración, del mendrugo de pan y la lata de sardinas para tres, del olor, de los paseos nocturnos ajenos de ida durante tres meses, de la liberación sin billete, de la vuelta confusa y larga y nunca nunca nunca restaurada…

He vuelto a ver sus ojos, esos ojos duros como almendras, me ha hablado del campo, de la aceituna, de las barricas, del color del vino…

He experimentado un amago de nostalgia falsa y cobarde, añoranza por algo que jamás he tenido pero que siento que sí he perdido…

No miro mis manos, imagino mis manos…

No puedo evitar sentirme culpable…


6 comentarios

eightiesfan04 dijo...

pues hay una exposición de un fotografo que fotografió la guerra civil... así q ya tienes un medio para sanar esa culpa, pagándole un poco de tu renta a ese recordador, a ése q hace no olvidar...
o si no haz como todo el mundo, cuando veas a tu abuelo míralo con ojos de heredero...$$

Anónimo dijo...

Yo también contaré una historia que la melancolía de e(s)ta fecha me trae a la memoría. También me la contaba mi padre y ocurrió en su pueblo.
Me hablaba de Mario Rodríguez Losada, que ha dejado una huella muy importante en Langullo, sobre todo por las brutalidades que cometían tanto él como el resto de su banda.
Mario es natural de Langullo, una aldea de la provincia de Ourense, muy cercano al pueblo de Manzaneda y comandaba la partida de guerrilleros antifranquistas que actuaban en esta zona y que cometían numerosos robos.
Después de que la Falange le matara a su padre y a su hermana, el emigró a Francia en la década de los 60 donde estuvo viviendo unas décadas.
El cuento que me narraba mi padre de pequeño me demostró que en la guerra todos son perdedores. Además en e(s)ta época de rotura de la paz, recupero a Gandhi: "No hay caminos para la paz, la paz es el camino". Feliz año

hatsue-san dijo...

La sonia tiene razón, recordar es la mejor manera de dar un homenaje a toda esa gente que sufrió en una guerra que se recuerda mucho, pero romantizada y deformada. En la historia hay siglos enteros de hambre y muerte.

Anónimo dijo...

aunq según Nietzche el olvido es lo q propicia la vida y la creación. y el recuerdo es la inmobilidad, la contemplación...

Anónimo dijo...

¿Pero a qué tipo de olvido se refiere? ¿A olvidar qué?

El recuerdo como un impulso para hacer, y no como estatismo, no como autocompasión.

Es probable que este blog sólo sea eso. Si es así, tengo que rectificarlo, tengo que redirigirlo.

Buscaré nuevas formas de generar(me) acción.

Anónimo dijo...

Me cansan los que quieren recuperar la memoria histórica, y los derechos históricos, y toda esa patraña, sin darse cuenta de que la historia es una novela de ficción más. Lo mejor es el olvido, que nos permite reconciliarnos con aquellos que un día nos pareció que quizás nos hicieron daño...