Me dijiste que veías peor, de pasada, antes de irnos de vacaciones... que te debían de haber subido las dioptrías a pesar de que parecía que la miopía se había estancado gracias a las lentillas rígidas... y fuimos de vacaciones y volvimos del viaje, y pasó el tiempo, y fuiste a la revisión anual unos meses más tarde de la fecha... ya no era verano, se acercaba el invierno...
me dijiste que no te acompañara, que me llamarías si acaso la dilatación de las pupilas te impedía salir a la calle con seguridad... cuando me pediste por teléfono que fuera a la consulta, no sonó bien... intenté llegar lo más deprisa posible, con un nudo en la garganta... me sentaron en la sala de espera, y aguardé en silencio oculto tras la mascarilla... cuando saliste, rompiste a llorar al instante...
tu mayor temor llamaba a la puerta... por lo visto, dos últimos años de angustia no habían sido suficientes... el mundo acabándose, y la empresa insistiendo en que debías ir a la oficina... la desazón de la pandemia se agarraba a los tobillos del presente, reticente a convertirse en pasado tan pronto... un punto en tu mirada, gris, vacío... un agujero negro que amenazaba con engullir el horizonte...
miopía magna, desprendimiento de retina, mácula ocular, tecnicismos para describir el miedo y la desesperación de una lectora empedernida... era irreversible, parte de las células fotosensibles de la mácula se habían deteriorado para siempre, pero se podía frenar, se podía evitar que empeorase... y seguiste adelante, y pasaste tres veces por quirófano, e hiciste todo lo que te prescribieron...
desde diciembre hasta junio... una operación... la cabeza gacha, la burbuja de gas, la hinchazón del rostro, el dolor intenso tras la anestesia, el mal dormir, la paciencia, el optimismo... hay que volver a operar... la segunda y, de nuevo, la cabeza gacha, un implante de silicona, la cara hinchada, el malestar, más nervios, más cansancio... todo al pie de la letra... hay que volver a operar...
en Barcelona, llueve y llueve y llueve... un trasplante de tejido amniótico que no cubre el seguro privado, pero puede por fin restaurar la retina, unir los extremos escindidos... volver a la convalecencia, a aguantar, a ser fuerte pese a las recaídas en el ánimo... ha ido bien, ha quedado bien fijada... hay que evitar cualquier golpe, como es obvio, pero por si sola no va a volver a desprenderse...
un camino por el desierto, con el punto ciego que queda tras mirar el sol, pero sin que llegue la noche... el día seguirá brillando... despedirse de los audiolibros, seguir con los podcasts, regresar a los cines... poco a poco, todo irá mejorando... este periodo aciago se alejará... sacudirse el mal de ojo, regresar a la página escrita, escalar la montaña de libros... seguir siendo la lectora más valiente...
No hay comentarios
Publicar un comentario