Mascarillas al desnudo

Collage de mascarillas

En farmacias, en supermercados, en tiendas de ropa, en perfumerías, en estancos, en bazares chinos, en colmados paquistaníes, en tenderetes hippies, en grandes superficies, en cadenas deportivas, en librerías, en línea... Apenas se encontraban hace unos meses, pero se abrió la espita del mercantilismo y ahora flotamos en la ebriedad de la variedad...

Las hay quirúrgicas, de obra, de marca, de moda, de autor e incluso de ninja, de camuflaje, de colores, detonantes, desabridas, blancas, negras, conjuntadas, a topos, a rayas, a cuadros, estampadas, con grafitis, con motivos florales, con patitos de goma, con narices de gato, hocicos de oso, lenguas de perro, y sonrisas pintadas... 

Las hay caseras e industriales, en packs de diez y a granel, de diseño y exclusivas, encarecidamente baratas o desbaratadoramente caras, de tamaño infantil o para adultos, de tela, plástico o papel, fruto del regalo de un familiar, de una compra solidaria, o de una vecina mañosa, bonitas, feas, anchas, estrechas, finas, gruesas, y hasta con alas...

Homologadas en un puchero babélico de siglas donde nadan estándares europeos y estadounidenses, de China y la Conchinchina, son clasificadas como FFP2, FFP3, N95, N99, KN95, P2, PFF2, o DS2, según su porcentaje de filtración y respirabilidad, de su resistencia a químicos y aceites, de si son transpirables, desechables, reutilizables o, como mínimo, fiables...

Con válvula o sin ella, con filtro de partículas de carbono o de oximorónico tejido no tejido, autofiltrantes, duales, rígidas, flexibles, rectangulares, trapezoidales, romboidales, pentagonales, ovaladas, circulares, abombadas, planas, en punta, con cresta, con pinza nasal, con costuras, con gracia, con desgracia, compartidas...

Grandes, pequeñas, holgadas, apretadas, arrugadas, pegadas a la nariz, tirando de las orejas, irritando los labios, por debajo o por encima de los cristales empañados, enredadas con el cable de los auriculares, enganchadas en las varillas de la montura, fijas como el tiempo, movedizas como la arena, temblorosas como nosotros...

Con gomas cruzadas, con tiras de algodón, con lazos, con pliegues en los laterales, con nudos como quipus, atadas en la coronilla, enganchadas a una extensión de espuma en el cogote, tapando la barbilla, cubriendo la papada, casi ocultando los ojos, con el miedo, con la inseguridad, con la sospecha...

Siempre revelando más de lo que esconden: futboleras con escudos, seriéfilas con personajes, videojuerguistas con avatares, inocentes con dibujos, pervertidas con hentai, reivindicativas con proclamas, corporativas con eslóganes, institucionales con promesas, y banderas, y más banderas, con patriotismo o con independencia de él...

Con la nariz visible, con la boca abierta, mal colgada de una oreja, en el codo, en el bolsillo, en la basura, con la inconsciencia de la ignorancia, con el egoísmo del dinero, plandemiólogos, pijos, calaveras, divos, cantantes encocados, políticos con gasolina, escupiendo, fumando, gritando, sin sentido ni empatía, sinvergüenzas sin perdón ni de EPI ni de Blas...

Tantos profesionales sin dormir, tanta gente esforzándose... 

Tanto insolidario echándolo por tierra...

Tres retratos de miembros del personal sanitario del Hospital San Salvatore en Pesaro, Italia

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