Suplicio de invierno

ya no se acerca más el invierno, la amenaza está aquí... poco a poco, los copos han ido cayendo hasta cubrirlo todo con un manto invisible... estar en la calle cuesta más, los pies pesan, la respiración se condensa, las consignas se atragantan...

al principio de la mecha, nos incendiamos de indignación pero tras las hogueras no quedó más que un inclemente y desafecto páramo de tierra quemada... ahora volvemos de la compra con el cesto y el rostro y el sueldo congelados...

el frío ya no golpea los huesos como policía repartiendo justicia... se ha instalado una incómoda y gélida neutralidad en el tuétano de nuestro sostén y sustento... aletargados como yetis, vemos el mundo moverse, sin avanzar, sobre nosotros...

el fuego quema, asfixia, grita cuando está matando mientras la víctima se revuelve desesperadamente en un intento de huida... el frío adormece, silencia subrepticiamente como una traidora reforma aprobada el día antes de un puente, como un puñal de hielo que se deshace después de la herida...

las estalactitas, goteo augural del posible deshacimiento de la gruta, parecen crear únicamente estalagmitas que apeligran la propia caída, y la tenue luz no hace más que acrecentar las deformes sombras en los muros de la caverna...

llena la cabeza de nieve, hemos dejado de arrojar bolas de combate para moldear muñecos desnarigados por el hambre... de nuestros úteros llenos de escarcha sólo nacen caminantes blancos, creyentes ciegos de que el lapidario granizo no es más que un inevitable designio del Cielo...

foto de tres árboles sin hojas en mitad de una gran extensión de nieve