«Si bien la actividad mercantil en sí misma no es condenable, nuestro proyecto pone necesariamente en tela de juicio el capitalismo en razón de dos de sus características, que lo transforman, desde nuestro punto de vista, en un sistema incompatible con nuestro modelo de desarrollo:
La situación actual del capitalismo agrava todavía más estas características: la apertura de los mercados (de bienes, de servicios, de capitales) priva a las naciones de sus facultades para determinar libremente sus políticas económicas, fiscales, de redistribución, de medio ambiente. Por otro lado, el dogma de la competencia pura y perfecta implica una regresión de los sectores públicos y de las políticas sociales.»
- La rentabilidad del capital como objetivo principal y único
El capitalismo organiza el conjunto de los factores de producción (humanos y materiales) en función de su objetivo principal de rentabilidad. Si toma en cuenta la dimensión medioambiental o los requerimientos sociales y éticos es por el propio instinto de conservación del sistema o por un posicionamiento estratégico o de “marketing”.
Si bien la comprensión y la denuncia de las diferentes formas de capitalismo (financiero, liberal,...) nos permiten adaptar nuestras formas de acción, estimamos que estas diferentes formas recubren en realidad varias facetas de un único y mismo modelo. En realidad, no existen un “buen” capitalismo.
- El carácter globalizante o sistémico del capitalismo
Una de las grandes fuerzas de este sistema es la de hacerse pasar por una herramienta “técnica”. También se intenta hacernos creer que esta herramienta no sería ni “buena” ni “mala” en sí misma, sino simplemente un modo de regulación de los intercambios que permite ajustar la oferta a la demanda. Esta falsa imagen del capitalismo, profundamente integrada como real por toda la sociedad, constituye el punto de apoyo principal de legitimación del sistema. Sin embargo, el capitalismo es globalizante y globalizador por naturaleza, tanto para el individuo como para la sociedad. Al transformar los deseos en necesidades, erigiendo el trabajo en valor y mérito, al establecer su escala económica y social como la jerarquía natural de las relaciones humanas, el capitalismo desborda con creces el campo “económico” para condicionar, sin decirlo, la casi totalidad de las relaciones sociales. También comporta un carácter totalitario en la producción del mundo, es decir, en la producción de los lazos fundadores de la vida en sociedad y de nuestra historia común. Además, encierra el imaginario y limita las posibilidades de encarar una nueva relación del ser humano con el mundo.
La situación actual del capitalismo agrava todavía más estas características: la apertura de los mercados (de bienes, de servicios, de capitales) priva a las naciones de sus facultades para determinar libremente sus políticas económicas, fiscales, de redistribución, de medio ambiente. Por otro lado, el dogma de la competencia pura y perfecta implica una regresión de los sectores públicos y de las políticas sociales.»
Extracto del Manifiesto Utopia Más información en Mouvement Utopia