Viajar

Dicen que viajar es ver mundo… pero viajar es ver EL mundo…

No es ver nuevas tierras, nuevas fronteras, nuevas culturas (todo es un continuum mutante y disforme de cambios imposibles de seguir, todos los fuegos el fuego, todos los mares el mar), sino despertar un día y descubrir que nada se ajusta a las propias ideas, y tener que volver a reconocer el entorno, a saber dónde se vive, cómo se respira…

La cotidianidad del hogar, los ojos aburridos de mirar las mismas paredes y los mismos errores, hacen imposible marcar las incoherencias de un código fuente que provoca reiterados fallos de programa, cuadros de alerta y pantallas en negro… un sistema que se cae pero que no se derrumba… porque nos aguanta…

Hay que encontrar lo nuevo en las nuevas calles, aunque sean las de siempre; en los nuevos árboles, en los nuevos edificios, en las nuevas caras… se debe chocar contra frases incomprensibles, contra las señales ocultas, contra los textos legales del espacio… inhalar lo ajeno y sentirse destrozado por ello, abrasado por dentro, carbonizado, casi derrotado… casi…

Todo resulta ser ajeno, hasta la costumbre, hasta el cuerpo, hasta el nombre, y se vislumbra que nadie ha ido a ninguna otra parte por mucho que haya caminado… todo sigue siendo lo mismo, pero la senda ahora está visible en algunos tramos, desvíos, atajos, baches, que la maleza empieza a ocultar tan pronto como las pupilas se vuelven a relajar…

Hace falta distanciarse para verse mejor… a ningún sitio, pero que sea lejos…

6 comentarios

Madame Blavatsky dijo...

Buena reflexión. Te noto muy diferente... ya parlarem que no tinc temps.

un beso

Anónimo dijo...

Eso es porque he cambiado la cabecera del blog. XD

No, sí, tal vez, es probable.

Madame Blavatsky dijo...

jeje, bueno, estás viendo el mundo desde otra torrecilla, o minarete.

Y eso se nota. o si no, atención al último post...

Arturo dijo...

Pero cuidado si te aventuras a tomar alguno de esos tantos senderos ocultos a los que para acceder se ha cortar la propia raíz. Te encontrarás con una verdad que al mirarla se convertirá en tu equipaje, pesada al andar e imposible de abandonar. Y es que la mayoría de los seres nos encontramos dormidos, creemos abrir los ojos para ver aquellas paredes familiares, aquellos rostros amados una y otra vez. Y aunque al dejar dicho camino se puede ver por igual lo grotesco que lo hermoso. De algún día desear retomar aquel monótono andar, te encontrarás con que tu pieza ya no encaja en el lugar en el que se encontraba. Tras ello, se halla uno condenado a vivir fuera de aquello a lo que algún conoció como propio. Despierto, viendo las miradas vacías de sonámbulos pululantes a quienes desearía uno despertar. Aún así, no cambiaría aquella monotonía que te permite vivir ajeno a la realidad. Por duro que sea vivir fuera del mundo, siempre es bello poder levantar la mirada y encontrar aquello que sólo pueden contemplar los ojos concientes, unas veces más bello que otras pero de lo que siempre se puede aprender… Viajar no es ver mundo, es aprender a verlo.

Un abrazo muy fuerte y perdón por la larga ausencia.

Anónimo dijo...

Este es, sin duda, uno de los mejores posts que he leído en mucho tiempo en toda la blogosfera.

Magnífica la reflexión sobre lo que significa "viajar", y cuán necesario es viajar hoy en día, en un mundo que nos pregunta constantemente, y donde debemos dar respuestas.

Bravo una vez más.

Anónimo dijo...

Leí con mucho retraso las respuestas de Arturo y Cocamarin. Debo decir que me ha encantado leerlas y que el texto de Arturo merece un post entero.

APRENDER A VER EL MUNDO... Totalmente de acuerdo.

Un abrazo para ambos, simultánea o respectivamente.