Ruido insomne


El silencio y el descanso parecen lujos cada vez más caros... en 2001, el boom de la prensa gratuita en España trajo vagones matutinos silenciosos como velatorios repletos de pasajeros con los ojos encastados en la tinta de artículos breves y superficiales... Seis años después, Steve Jobs presentaba el iPhone e iniciaba un cambio sin freno... de 2012 a 2017, la población española con smartphone creció del 41% al 81%... y con estos porcentajes, el mutismo funerario se esfumó...

Las ventas de diarios han caído junto con la calidad de su información... todas aquellas cabeceras gratuitas han desaparecido y, en su lugar, los repartidores regalan ejemplares de periódicos que tradicionalmente han sido de pago y que ahora sobreviven de la beneficencia de la maleficencia del poder... ¿Quién quiere ensuciarse las manos de negro cuando las pantallas de los móviles son cada vez más blancas y luminosas?...

Leer en el tren se ha vuelto imposible... y no es por falta de textos, sino de letras... el salón de casa ya no termina en la puerta de la calle, y los auriculares no son un accesorio para evitar molestar a los demás sino para conseguir que no te incordien... clones adolescentes escuchando música a todo trap, viejos telefoneando a gritos desde su tapia y bebés embobados con las peripecias de Peppa Pig mientras sus padres los ignoran gracias a la última cerdada compartida por Whatsapp...

La respuesta de Renfe ha sido introducir el coche del silencio... sólo en el AVE, y sin revisores... han pasado de contratar más personal con el que mejorar el servicio para crear otro nuevo autorregulado en el que son los propios viajeros quienes hacen de vigilantes... y si la cosa prospera, ¿por qué no cobrar por ello?... El problema traspasa las fronteras: el eslogan de Finlandia para atraer a turistas saturados del ruido incesante no es otro que una súplica: "Silencio, por favor"...


A falta de billete, y en un jugada maestra, la vía de escape más rápida y accesible no es otra que aislarse con los mismos dispositivos que propician la situación... conectados 24/7 no hay reposo... se regresa a casa tarde, y se alarga ese tiempo de ocio restándole horas a la almohada... la ciudad dormitorio ya no sirve ni para eso... es la cuna de los compradores de guías para descansar mejor, de los abonados a los gimnasios nocturnos, de los productos de belleza para tapar ojeras...

En Nueva York, "la ciudad que no duerme", una cadena ofrece cabinas para echar la siesta a un dólar el minuto, otra repite negocio en el aeropuerto de México, y otras venden exclusivos retiros narcolépticos... el número de productos tecnológicos que dicen mejorar el rendimiento del sueño aumentan, y lo hacen bajo lemas como "Wake up, World"... lo esencial es conseguir más con menos, pues cerrar los párpados carece de sentido sin una vigilia productiva que lo justifique...

Los telediarios fueron retrasándose desde aquellas 20:00 en que duraban media hora hasta las actuales 21:00 en que se rebasan la hora con publicidad, deportes y fake news... el móvil sigue con sus huéspedes hasta bien entrada la medianoche... cada vez son más frecuentes las personas que se despiertan para ir al baño y echarle un vistazo a las notificaciones... y aún así, quedarse derrengado el fin de semana sobre el sofá se siente como un desperdicio y no una necesidad...

Clínicas de sueño y Orfidal para los exámenes, exitosos kickstarters de tapones para bajarle el volumen al mundo y vacaciones sin relax para desperdiciarlas aprovechándolas al máximo... es el contradictorio non-stop-motion de los sonámbulos funambulistas del cable de las comunicaciones instantáneas... incapaces de pensar dentro del inapagable pandemonio, flotamos en un letargo hostil de páginas que no se leen y rejas que no se rinden... consunción sin tregua, ni mucho menos paz...