¡Ábrete, Sésamo!...
Año tras año, robo tras robo... todo está aquí... cuarenta latrocinios, ni uno más, ni uno menos...
Aquí están la inocencia, la juventud... hasta la ilusión, desaparecida entre clases de aburrimiento y jornadas innecesarias... ¿ocho horas más?... ocho horas más...
Sentado en una silla se van la salud, la figura, el tiempo libre y la imaginación... miras el folio en blanco, no como lienzo, sino como una pantalla apagada sin botón de encendido...
Frotan su lámpara y eliminan la jubilación, la sanidad, el bienestar social... hasta las fuentes de los parques desaparecen, hostiles jardines de cemento bajo el inclemente sol del verano...
Todas las buenas noticias quedaron tachadas en el teleprompter del telediario... el mal en los despachos, pero el odio en las redes entre iguales que, sin conocerse, no se soportan...
Compartir acabó siendo delito, pero desahuciar ancianos siguió siendo misión de los agentes de la ley... internet se convirtió en la mayor plataforma de entretenimiento de pago para ignorar lo que sucede en la calle... Todos en la cueva sin los tesoros de la cueva...
Sustrajeron el dibujo, la escritura, la lectura... guardaron aquí la calma y el silencio, y quedaron la música que no deja escuchar y el cine de superhéroes que no salvan a nadie...
Nos quitaron mil y una noches de sueño y de descanso... la comodidad de la cama, la tranquilidad de espíritu, la calefacción, el aire, la luz... facturas y más fracturas... despertamos desnudos en el suelo de una casa a oscuras que no nos pertenece...
¡Consiguieron volarnos un año entero!... ¿para qué?... para obligarnos a aterrizar en el aeropuerto de siempre sin alfombra... se perdieron las proclamas, la fuerza, la comunión... y sucedió con tanta facilidad...
Desconocen el esfuerzo, se llevan la razón sin tenerla... violan la salvación en la boca de las mujeres, mientras los reos jalean al emperador desde la arena del circo... vítores que calcinan la tierra fértil, detonantes de guerras priápicas carentes de sentido...
Piedra tras piedra, mentira tras mentira... todo resta aquí, hasta que ya no podamos volver a abrir la puerta, hasta que nos arrebaten lo que ya no se puede recuperar...
y en un espejo dorado ajado por el tiempo, Alí Babá sorprendido con las manos llenas...
¡Ciérrate, Sésamo!...