Agua de mayo

Apenas unas semanas de interrupción de la dinámica caníbal en la que participamos rutinariamente han hecho que los pilares de nuestro sistema económico se tambaleen... hemos recordado que no se puede detener la máquina sin que su estructura piramidal de naipes se desmorone, del mismo modo que los ases de la baraja no valen uno sino mucho más que reyes y reinas...

A finales de marzo, los multimillonarios frutos únicamente de su propio esfuerzo y mérito suplicaron a Trump que abandonase el confinamiento... Como si sus empresas no escupieran dinero por sí mismas, como si precisarán de trabajadores para que dieran beneficios... Y, sin embargo, parece que les debemos la vida por la oportunidad que nos regalan de trabajar cuarenta horas semanales...

No se trata de ser maniqueo ni ingenuo con la situación actual, pero cabe reivindicarse después de tanta infamia contra la lucha de clases, a la que se ha acusado de trasnochada e, incluso, de radical... los obreros que compran en Amazon su disfraz de clase media denostando a quienes lo piden en AliExpress no se percatan que pagan más por recibir la misma medianía...

Los trabajadores son valiosos y merecen el respeto que se les roba junto con sus derechos... Grita la mala calaña que las últimas subidas del SMI son desproporcionadas... Sí, lo son, pero porque llegan con un retraso de tantos años como suma la hipoteca... somos pobres con blancas dentaduras sonrientes prestadas de unos anuncios cuyos sueños todavía estamos pagando...

Hay que recuperar sin olvidar... enfermeras, cajeras, repartidores, cuidadoras, basureros, limpiadoras,... oficios desprestigiados, mal pagados y mayormente ocupados por mujeres reciben aplausos a las ocho de la tarde como agua de lluvia, y no de mayo, que se secará sobre la baranda de los balcones cuando llegue el buen tiempo... los bellos gestos convencen, pero no derogan las malas políticas...