Es un primero de mayo calcado a otros, pero la sensación de derrota está más presente que nunca... el sol nos acompaña todo el recorrido igual que los resultados de las elecciones del pasado 28 de abril... los cánticos están más descoordinados que nunca, el altavoz se entrecorta, las palmas van a destiempo y el que lanza las proclamas, pese al esfuerzo, no entona ni una...
Veinticuatro escaños para Vox... se dice pronto... la ultraderecha entró en el Congreso... Unidas Podemos baja de 71 a 42 respecto a 2016, mientras que Ciudadanos pasa de 32 a 56... las cosas, desde luego, se han hecho mal, pero el palo es enorme... el PSOE supera al PP, que retrocede a mínimos históricos, pero las sumas hacen temer desacuerdos nefastos como en 2015...
No parecemos una manifestación, sino una caminata popular... cada vez que un pequeño grupo decide empezar alguna consigna afinada, aparece el del megáfono y la sabotea involuntariamente, entrando tarde o rompiendo el ritmo... lo que parecía que iba a sublevarnos a todos, incendiando nuestras cuerdas vocales, se apaga como una vela en un mar en calma...
Habrá gente en la playa, seguro... las terrazas que pasamos están repletas de gente bebiendo y comiendo... parecemos una comparsa estrambótica, absurda... ¿qué estamos haciendo?... después de andar casi dos horas llegamos a una plaza donde van a dar un concierto... la guitarra, el bajo y la batería tocan con toda la rabia que pueden y, aun así, suena totalmente festivo y banal...