My sister was raped by a lord. My father and my brother committed suicide. Please, understand me. Take me with you. I want to get one of these lords.
Eleven Samurai [十一人の侍], de Eiichi Kudo (1966)
Eleven Samurai [十一人の侍], de Eiichi Kudo (1966)
La solidaridad y laboriosidad del pueblo japonés fue ejemplar tras el seísmo y el maremoto que el 11 de marzo de 2011 convirtieron Fukushima en el Chernobil del siglo XXI... fueron premiados por su valentía y entrega, y más de un año después se siguen desconociendo las consecuencias de la catástrofe... tras el mayor accidente nuclear de la Historia, Japón apagó sus centrales nucleares en mayo de 2012... para comenzar a reactivarlas escasamente un mes después... de nada ha servido el sacrificio, la agonía, la mucha muerte... el profesor Tatsuhiko Kodama grita en un desierto de isótopos en constante decaimiento...
Hace ocho meses que empezaron en Canadá, tras mucho tiempo esperando, las excavaciones en busca de los cadáveres de niños mohawk separados de sus padres e internados en escuelas residenciales pertenecientes a la Iglesia Anglicana... las presuntas fosas comunes revelarían la verdad oculta: un genocidio llevado a cabo con la connivencia del Estado y a manos del estamento religioso desde la 1832 hasta 1996, fechas de la apertura de la primera escuela india y cierre de la última... durante más de 150 años, en estos centros desaparecieron o murieron más de cincuenta mil niños...
El último tramo de crisis hasta la fecha ha inundado las calles de proclamas y pancartas, de muchedumbres denunciando la situación totalmente indefensas... el cuarto poder no rompe la cuarta pared y se hunde en sus descensos de publicidad... perdido el norte, la crítica se convierte en descripción sintética e industrial, en papel cuché, en cliché, en relleno... con los cánticos del pueblo, los periodistas escriben partituras... la intolerancia y la xenofobia se alzan en una ola despreciable y horrenda y la prensa escribe páginas de sucesos y manuales de frenología... llega el momento donde las viñetas valen más que mil palabras...
Ahora, la Justicia avanza contra el yerno regio mientras el monarca elude el elefante legal... la esperanza de encerrar tras las rejas a los que se enriquecen públicamente de lo público se pierde en una bubble babble de jerga política... retuercen el lenguaje hasta que las palabras son ruidos tan ensordecedores que se instaura la cofosis general cuando las many manis alzan la voz contra los meany maniacs del money money... hablan y hablan no hasta que no quede nada más que decir sino hasta que no se sabe qué decir para decir lo que se quiere decir... que donde dije Diego, digo procesado, no imputado, no hijo de la grandísima puta...
Lo bonito, la unión, la voluntad, es denostado y tergiversado... los atracados son ladrones... se ponen vallas al campo binario y se encierran a los transgresores de la privación intelectual... desaparecen archivos de usuarios, y las razones y las pruebas son tan oscuras como los cargos contra el principal exponente de una red de filtraciones que denuncian asesinatos a manos gubernamentales... silencios que ocultan la contaminación del peor desastre radioactivo, o la limpieza étnica de los países, o la suciedad bancaria de los mercados, o la pulcritud insultante de los trajes de los dirigentes...
Once personas, seis hombres y cinco mujeres, no quisieron ser rescatados de la zona de exclusión de la Fukushima Daiichi, se quedaron a encarar la muerte y encarecer el pecado permitido... viejos sacrificados contra lo incombatible e imbatible... y las calles del mundo llenas de espíritus jóvenes contra la radiación del poder, contra los que endeudan el futuro ajeno para salvar el presente financiero de impresentables... y es que, aunque haya once fieles, basta un traidor para el asesinato... del más al menos sólo hay un paso, o un peso, o un beso, o una canallada enorme...