30/09/2006, 18:00. Manifestación por una vivienda digna.
La ciudad se acaba, las afueras comienzan, un campo de fútbol y un edificio en mitad de un mundo que se desdibuja, que borramos, un inmenso bloque cúbico que anuncia que las fronteras invisibles de la urbe se amplían sin cesar pero que, sin embargo, se queda solo, se deja solo, solitario, como abandonado en el borde de un abismo perpetuo… Rodeado pero solo…
Y vive gente… Lo ocupa gente… Lo llena gente…
Nos regañan porque no podemos hacer Fuera, porque tenemos que hacer Dentro, porque Fuera es de Todos, por eso Ninguno podemos hacer Nada; para no molestar a Nadie, mejor Dentro, que es de Uno, aunque se lo tenga que pagar a Otro...
Celdas del panal de la colmena, cajas chinas, muñecas rusas: habitaciones que nos habitan, apartamentos que nos apartan, pisos que nos pisan, plantas que nos plantan, nos desplantan y son un planto –echar raíces–, edificios que no edifican en absoluto…
La “habitación” se define como una “servidumbre personal”, y la “sevidumbre” como “derecho en predio ajeno que limita el dominio en este y que está constituido en favor de las necesidades de otra finca perteneciente a distinto propietario, o de quien no es dueño de la gravada”…
¿Pero quién o quiénes o qué vetó la acción más-allá-de-la-habitación? ¿Quién o quiénes o qué separó los Adentros de los Afueras? ¿Y cómo se hizo? ¿En qué instante los muros de un edificio dejan de ser Fuera para convertirse en Dentro? ¿Cuándo un edificio deja de ser tal y se convierte en una vivienda? ¿Vivienda de negros o merienda de negros? ¿A quién pretenden tomar el pelo?
Ejercicio: Reléase el texto sustiyendo la palabra “edificio” y similares por “cuerpo”. Fíjese en lo jodido que está todo.