el capnonauta mira las estrellas desde su sofá cósmico…
observa las luces de colores que parpadean a lo largo de toda la autopista, aúllan los lobos, el viento se levanta en torbellinos atroces, nieblas sureñas…
la bruma, las siluetas del sueño…
un túnel inmenso, inacabable, focos que se siguen formando una línea en la lejanía, un punto en la distancia, un túnel repleto de imanes que repelen su cuerpo, una bala, se mantiene suspendido como en ascensión sagrada, sus cabellos se enredan sobre sí mismos, como hiedras buscan territorios, nada le toca, nadie le toca…
siente el espacio, la totalidad, la abarcabilidad de éste en cualquiera de sus movimientos, la ausencia de gravedad, de peso, flotando en mitad de él como un astronauta, un hombre feliz, un niño feliz, las metas imposibles abrazadas…
y una voz que le dice:
vuelve
y él que responde:
¿para qué?
humo, humo, humo…
2 comentarios
Jo...
Tu frase se enreda sobre si misma...como una espiral.
Capnonauta?
Humo, humo que se instala en nuestras solapas y se aposenta con el sublime deseo de escapar.
Fragmentados y condenados en la prisión del tiempo. Tiempo pasado recubierto de silencio que nos reconforta y nos hiere con su pornográfica densudez.
La desnudez que nos arroja a un mar en calma donde nuestras pisadas se confunden con nuestros deseos o con nuestras frustraciones.
Conmoción, emoción, que nos invade y nos recuerda que el humo, el tiempo y la desnudez son esclavos que nos empujan hacia el precipicio de falsas esperanzas vanas donde a pesar de todos nos sentimos triunfadores. Que rico el sabor de la amargura! Tan agrio y tan fiel...
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