Ni pudiéramos ni pudiésemos

subjuntivizamos el presente, el regalo del ahora, pasando de realis a irrealis, de hecho a hipótesis e incerteza... involucionamos la revolución del volitivo reculando un paso, o dos o mil, ante la sospecha... no hagas caso de falsas promesas, no te fíes...

los programas electorales de los partidos conservadores no los lee nadie: los ciudadanos, por ese comprobado y peligroso desapego inculcado, y los beneficiados, porque ellos mismos dictaron el redactado... y aunque fuera cincel en roca, ¿quién ha dicho que donde se dijo Diego no se pueda decir Niego, no se pueda decir Diezmo?...

los dondiegos no valen aquí... lo incumplido es curso natural sin necesidad de disculpa: hoy llueve, hoy no te bajamos los impuestos, mañana hará sol, ¿no ves cómo brillan las chapas doradas de cerveza en las ramas de tu limosnero?... nos hemos abrazado a la desesperanza frente a la desilusión, impostados budistas que, en realidad, esperan que algún día los abrace el nirvana...

no podemos ser confiados ni inocentes, del mismo modo que no podemos recibir con suspicacia cada propuesta nueva cuantificando el número de megatones necesarios para desintegrarla... el bombardeo de preguntas es lícito, la hiroshimización no... la crítica es construcción del conocimiento, no una jenga de sofismas, no una dialéctica de trabalenguas...

Foto de torre de jenga desmoronándose

nadie reparó en ellos hasta las europeas... apenas los resultados, los sedentes silentes tronaron como destronados con la cara de desorientación del pirómano que despierta en mitad de un maremoto... azuzaron la candela por miedo a que les robasen el fuego pero el abandono de su habitual e imperceptible brasa sólo consiguió revelar el incendio que consumía desde hace tanto tiempo el bosque...

se hizo la lumbre y la penumbra se abrió a la tierra quemada... siempre hay una malsana y cerril fe en las revelaciones... cuando el chapapote desaparece de la superficie, todos quieren nadar, nadie piensa en todas las piedras del fondo que aún quedan por limpiar, en todas la especies que fueron extinguidas del mapa... ¿quién ha guardado la ropa?...

los tiburones avisan a los bañistas de los peligros del mar recordándoles el confort y el abrigo de la ceniza... en mitad de la jolgorio, los que vinieron a barrer las pavesas muestran las escobas... los escualos acusan a los escuálidos de aguafiestas e incendiarios y empuñan las antorchas... oleadas de grises peces se lanzan a dentelladas yugulares y algunos se escaman...

los barrenderos elevan la voz usando las mismas armas retóricas mientras presentan propuestas sobre la mesa... imposibles, las tachan en polisemia desde el otro lado, ideas bolivarianas de boli barato, ¡populistas! gritan los populares mientras, analfabetos digitales, aprisionan sus aletas en las redes sociales que arden con la impasividad del silicio...

sin atender a la semántica, tuitean las erratas tipográficas de un discurso sin pausa que inflama el corazón de muchos y a otros tantos requema... su ortografía degenerada busca trazar el contorno de patrias latinoamericanas que vilipendien la falta de definición del diccionario rival mientras los nuevos mantienen su boato sabiendo del peligro que contrae si se dilata...

así, poco a poco, cimientan sus propuestas ya no con hojas de ruta sino con manuales de instrucciones... luchando contra la exigencia de la inmediatez y el microscopio, quieren ratificar la viabilidad de sus argumentos... y en la lluvia de soflamas ad hóminem y ad náuseam, ven cómo quienes los apoyaban se adhieren ad cáutelam al adversario regente...

la ironía de que, quienes siempre los esperaron como futuribles, en su actualidad los repudian por su dudosa facticidad, como si un un millón de votos devotos no les diera algo de credibilidad o las mentiras de los otros durante tanto tiempo fueran un refugio seguro... la inercia del refranero se oye en los rezos: más vale malo conocido que bueno por conocer...

no corramos con flores pero tampoco socavemos el propio suelo, no prendamos los brotes verdes porque no sabemos qué serán y cultivemos sin caer en el tópico de la primavera... esto no va a ser un camino de rosas... de hecho, lo único que sabemos es lo que no debe ser... dejemos de reseguir el mismo círculo vicioso y pintemos nuestro propio ensō...