Por la cara

Hay que vigilar la altura de los pómulos, podría ser un asesino... amansar la mirada, relajar las facciones... no es cuestión de apariencias sino de una esencia a flor de piel... se trata del arqueo de las cejas, de las arrugas en las comisuras, de los surcos en la frente, de la nariz aguileña y el hoyuelo de la barbilla...

El periodismo lo recoge todo ya... abraza la morfopsicología como ciencia con la excusa de juntar en la misma página la foto de los dos hijos de puta más conocidos del momento, los que están en la cresta de la ola coagulada del horror... los rasgos no son en absolutos los mismo y, sin embargo, como las cartas del tarot de la fortuna que se paga, retratan lo que le conviene al cliente...

Los hermanos gemelos de los homicidas deberían estar preocupados, deberían mirar desde detrás de los visillos de sus casas por si las sirenas de policía que pasan por el vecindario se detuvieran un día por fin ante su puerta, decididos a ponerlos entre rejas... esa no es la mirada que quiero... esos labios son demasiado finos, muchacho...

Debería haber más denuncias, debería haber más indignación... ¿cómo se atreven a achacar actos de tamaña crueldad, toda esa vida desperdiciada en un golpe enajenado, a la forma de la mandíbula, a una protuberancia en el occipital?... ¿No se le había puesto freno ya a la frenología?... ¿Con un prefijo griego más aceptamos τὸ πλοῖον?...

¿Dónde quedan entonces los discursos de odio y sumisión que se repiten por doquier, dónde guardamos las demencias y la razón, en qué terrario recolocamos a Grissom?... Kimveer Gill y Cho Seung Hui y Rommel Broom encerrados no por el CSI sino por Estée Lauder porque el acusado no supo diferenciar adecuadamente entre la inyección de bótox y la letal...

Sonríe, que vienen las cámaras...

ADN Plus, 09/12/2011