Afrontar lo inesperado

Nos asentamos demasiado fácilmente en la comodidad de la creencia de lo bien hecho y clausurado... nada termina, como la trama de una novela abre millones de tramas, ríos de tinta fluyen tras el primer paso del personaje en el mundo... Hay un miedo, una tendencia a pensar en lo peor pero no prepararse para ello... temer el destino y esperar, al mismo tiempo, que no se cumpla... la esperanza, ese enorme antifaz que impide ver la realidad soñando lo que tal vez nunca sucederá...

Como escribe Edgar Morin:

El conocimiento es navegar en un océano de incertidumbre a través de archipiélagos de certeza. Tan pronto como un individuo emprende una acción, sea cual fuere, ésta empieza a escapar de sus intenciones. La acción en cuestión entra en un universo de interacciones y finalmente es el entorno el que se apodera de ella en uno u otro sentido, pudiendo contrariar la intención inicial. Esto es ecología de la acción.
Es cierto que se pueden considerar o calcular a corto plazo las consecuencias de una acción, pero sus efectos a largo plazo son impredecibles. La incertidumbre se afronta mediante una buena decisión, la conciencia del riesgo y la estrategia. La estrategia debe prevalecer sobre el programa. El programa establece una secuencia de acciones que deben ser ejecutadas sin variación en un entorno estable; pero en cuanto haya modificación de las condiciones exteriores, el programa se bloquea. La estrategia, por el contrario, elabora un guión de acción examinando las certezas, las incertidumbres de la situación, las probabilidades y las improbabilidades. El guión puede y debe modificarse según la información recogida, el azar, contratiempos u oportunidades con que se tropiece en el curso del camino.