La musique d’ameublement


Erik Satie, más que un músico es un «preludiador», un preparador de auditores por medio del sonido. […] Para conseguirlo, todo sirve, incluso […] el tedio. El tedio hipnótico de la repetición […], como la de esos ocho compases finales de Vieux sequins et vieilles cuirasses (1913) que se han de repetir 380 veces, o la insistencia de su célebre pieza Vexations, una partitura de sólo 52 compases (estructura, a su vez, repetitiva: A, A1, A, A2) que se ha de tocar 840 veces «suave y lentamente». (La duración de la pieza es de unas 24 horas).

… Música, pues, […] cuidadosamente aburrida […], ya que para Satie el aburrimiento es “profundo y misterioso”.

… La «musique d’ameublement», perezosa y amnésica, […] está en la base de todas las músicas-muzak y todos los hilos musicales que hoy son. Discretos adamismos que nos envuelven a lo largo de nuestra vida cotidiana.


Prólogo de Llorenç Barber a la edición española de Memorias de un amnésico y otros escritos, Erik Satie, Editorial Ardora

Mejorar la rutina

Lunes con T de trabajo...
Martes con T de trabajo...
Miércoles con T de trabajo...
Jueves con T de trabajo...
Viernes con T de trabajo...
Sábado con T de trabajo...


Domingo con T


¿Cuántas casas hay?

veo dos: una dentro y otra fuera: la de dentro contiene el dormitorio, la de afuera es contenida por la calle; en la de dentro se puede ser, en la de afuera se puede estar...

el cronopio desea salir, dejar de ser un dentro-de-mí para estar fuera con los demás. Pero hubo un tiempo en que su deseo era entrar.

para conseguirlo,
tuvo que afirmar: busco casa, busco una casa...
tuvo que reafirmar: quiero una casa, quiera aquella casa, quiero esa casa...
tuvo que confirmar: quiero esta casa, quiero la casa...
tuvo que firmar: vivo en mi nueva casa, vivo en mi casa, vivo en casa...

veo diez casas, veinte casas...

para esto se exige voluntad. Ver no es lo mismo que Ir-a-ver. Ver una casa se puede hacer de reojo, desde un tren a doscientos quilómetros por hora. Para ir a verla hay que desplazarse hasta donde se encuentra y recorrerle las tripas. Pero una vez dentro, devorado, salir es complicado si no has sido completamente digerido…

la progresión está limitada por conjuntos vacíos. Entre ellos dista un camino marcado por la voluntad inicial, el posterior deseo de posesión y, finalmente, la ocupación y asimilación, recíproca en el mejor de los casos…

se repite el proceso, se multiplican las casas, como hongos, se esparcen, pero no irán nunca más allá de donde quieran los que quieren…

veo mil casas, un millón…

veo el silencio en el cemento…


El cuento de la vivienda

Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de la calle en la mesa de luz, la mesa de luz en en dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle.

Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta.


Capnonáutica


el capnonauta mira las estrellas desde su sofá cósmico…

observa las luces de colores que parpadean a lo largo de toda la autopista, aúllan los lobos, el viento se levanta en torbellinos atroces, nieblas sureñas…

la bruma, las siluetas del sueño…

un túnel inmenso, inacabable, focos que se siguen formando una línea en la lejanía, un punto en la distancia, un túnel repleto de imanes que repelen su cuerpo, una bala, se mantiene suspendido como en ascensión sagrada, sus cabellos se enredan sobre sí mismos, como hiedras buscan territorios, nada le toca, nadie le toca…

siente el espacio, la totalidad, la abarcabilidad de éste en cualquiera de sus movimientos, la ausencia de gravedad, de peso, flotando en mitad de él como un astronauta, un hombre feliz, un niño feliz, las metas imposibles abrazadas…

y una voz que le dice:
vuelve
y él que responde:
¿para qué?

humo, humo, humo…